CARACTERÍSTICAS DEL FÚTBOL COMO DEPORTE COLECTIVO.
El fútbol es el deporte de equipo más popular del mundo, siendo definido como el fenómeno social más importante del siglo XX, puesto que cuenta con el mayor número de espectadores y participantes activos. Su práctica no conoce fronteras. El mundo se mueve al ritmo del balón, desde los patios de los colegios y campos de élite hasta las polvorientas calles de los barrios marginales. Hoy, para bien o para mal, el fútbol es sinónimo de pasión, sentimiento, confrontación, lucha, negocio e incluso para muchos una cuestión de vida, o como pronuncia B. Shankly: “el fútbol no es una cuestión de vida o muerte, es mucho más importante que eso”.
A tenor de lo enunciado podríamos pensar que el fútbol es un deporte muy sencillo, pero en realidad es todo lo contrario. Se puede definir como un deporte complejo que vive en una constante situación de interrelación mediante comportamientos de colaboración entre los jugadores del mismo equipo para conseguir unos objetivos y conductas de oposición que se desarrollan para evitar que los jugadores del equipo contrario alcancen los suyos.
Por lo general, para llevar a cabo este conjunto de conductas efectuaremos una serie de acciones motrices que requerirán de unas demandas fisiológicas heterogéneas que variarán notablemente durante el partido en función del estilo de juego, la posición dentro del sistema táctico, el estado del terreno de juego, las condiciones climatológicas, el nivel competitivo, etc.
Es evidente que predecir el resultado positivo de estas acciones es muy complicado puesto que son muchos los factores que afectan a dicho propósito como los niveles individuales y colectivos de juego, las características del oponente, el sistema de juego elegido, el acierto en los momentos claves, etc. Pero es lógico pensar que, cuanto más se acerque el entrenamiento del futbolista y, consecuentemente, del equipo al patrón de conductas interválicas (cambios constantes de intensidad, duración y recuperación), acíclicas (variedad de elementos motrices con y sin balón que utiliza el
jugador) y adaptativas (en función de las intenciones propias, compañeros y oponentes) realizadas sobre una base aeróbica con un componente anaeróbico determinante que plasman los jugadores durante un partido, mejor rendimiento individual y colectivo se podrá obtener.
En definitiva, el fútbol necesita encontrar un punto de inflexión a nivel metodológico que tenga un estilo característico que se extienda y amplíe como consecuencia de una constante reflexión de lo que sucede en la competición, ya que hasta ahora se ha planteado descontextualizada valorándose más el hacer que el saber.
CARGA DE ENTRENAMIENTO: CONCEPTO Y TIPOS.
La mejora del rendimiento individual y colectivo pasa por aplicar adecuadamente en las sesiones de entrenamiento unos determinados esfuerzos, los cuales vendrán representados por una serie de estímulos apropiados que dirijan tanto al jugador como al equipo a la consecución de los objetivos propuestos.
Para poder llevar a cabo una intervención apropiada en cada una de las sesiones de entrenamiento será necesario conocer cuáles son las demandas fisiológicas, neuromusculares, coordinativas y psicológicas que requiere el juego del fútbol. Reilly (1990) afirma que: “el punto de partida para definir las demandas de una actividad deportiva es el análisis de las acciones y movimientos que se realizan durante la competición”. Solamente a partir de este conocimiento previo se podrán establecer
programas de entrenamiento apropiados para optimizar las capacidades condicionales específicas determinantes en el éxito del juego.
En este deporte, por las características mencionadas anteriormente, será difícil determinar a priori y de manera precisa las exigencias de un partido de fútbol. Sin embargo, hoy en día y gracias a los avances de programas informáticos si se puede obtener, una vez terminado el partido, un valor aproximado de ciertos parámetros como distancias recorridas, duración de los esfuerzos, tipos de esfuerzos, etc. Estos cuantificadores nos determinan el trabajo llevado a cabo por los jugadores durante el partido, adquiriendo un valor fundamental para la correcta aplicación de los contenidos de las sesiones de entrenamiento, puesto que con ellos y sin descuidar los propios principios del entrenamiento, definidos por Zimmermann (1988) como “los preceptos científicos que determinan la planificación y ejecución del proceso del entrenamiento y su verificación empírica está principalmente limitada a los procesos de la adaptación biológica al esfuerzo físico”, se pueden aproximar a la realidad competitiva.
Desde nuestro punto de vista, entendemos por carga de entrenamiento la cantidad de efectos que producen en el organismo de los futbolistas los ejercicios realizados durante la sesión de entrenamiento. Siguiendo a Verjoshanski (1990) la carga de entrenamiento se divide en:
a) Carga externa: es la medida cuantitativa del trabajo realizado en el entrenamiento que se expresa en medidas de distancias, tiempo o peso.
b) Carga interna: es la reacción fisiológica del organismo al trabajo realizado en el entrenamiento reflejado mediante los parámetros de frecuencia cardiaca, consumo de oxígeno, ácido láctico, etc.
c) Carga psicológica: es la percepción que tiene el futbolista del trabajo realizado
en el entrenamiento.
Uniéndonos a la opinión de Aiestarán (2003), pensamos que la carga de entrenamiento será la combinación resultante entre el volumen y la intensidad, cuantificado mediante algún tipo de indicador de la actividad física del futbolista, junto con la percepción del jugador (escala de Borg). La clave para controlar y dominar en todo momento la carga de entrenamiento reside en una adecuada combinación y manejo de estos dos componentes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario